Little Havana y otras comunidades de acogida

Taller de puros en Little Havana (Miami, EE.UU.)

En los bajos de un edificio de estilo colonial, detrás de una puerta de madera maciza, hay un agitado taller de puros. Ante un mostrador lleno de herramientas y cajas, un artesano selecciona, mezcla y enrolla cuidadosamente las hojas de tabaco hasta conseguir el equilibrio perfecto. Little Havana es un barrio de Miami conocido por su gran población de origen cubano. El barrio tiene una larga historia de inmigración que se inició a principios de los años sesenta, cuando muchos cubanos huyeron de su país después de la Revolución y se establecieron en este distrito, donde pusieron en marcha negocios, instituciones culturales y organizaciones comunitarias. El barrio es famoso por sus tiendas de puros, pero también por los restaurantes cubanos y una animada vida nocturna. Además, Little Havana es un importante centro de activismo político y social. Desde aquí, muchas organizaciones y activistas contrarios al régimen cubano trabajan para promover la democracia y los derechos humanos en su país de origen.


Población de Little Havana: 76.000 personas


Hispanos: 94%

Blancos no hispanos: 4%

Afroamericanos: 1%

Otros grupos étnicos: 1%


Mercado de Chinatown (Nueva York, EE.UU.)

Chinatown, en el Lower East Side de Manhattan, es uno de los barrios chinos más antiguos y mayores de Estados Unidos, y ha sido un centro de la cultura chinoamericana desde su establecimiento. Los primeros inmigrantes chinos llegaron al país a mediados del siglo XIX, principalmente para trabajar en la construcción del ferrocarril transcontinental y en otros trabajos mal pagados. A principios del siglo XX, muchos de estos inmigrantes se establecieron en esta zona de la ciudad donde pusieron en marcha sus propios restaurantes, supermercados y otros pequeños negocios, creando una comunidad china autosostenible y estable en el barrio.


Una parte importante del crecimiento de las ciudades está impulsado por la inmigración. Muchas ciudades, especialmente en los países desarrollados, atraen a inmigrantes de áreas rurales o de otros países, seducidos por unas mejores condiciones de vida. Los ingresos de los trabajadores y las oportunidades en las áreas urbanas tienden a ser mejores que en las áreas rurales. La vida urbana también permite acceder a mejores servicios básicos o a una educación de mayor calidad. 


Los inmigrantes, por su parte, aportan nuevas habilidades, ideas o perspectivas, y a través del trabajo o negocios representan un importante valor añadido para la economía local. Además, la inmigración también enriquece el paisaje cultural y la vitalidad de las ciudades, introduciendo nuevas tradiciones, lenguajes, modos de vestir, de cocinar o de vivir.


 La Unión Europea acoge a más de 82 millones de personas nacidas
 fuera de sus fronteras —el 16% de la población total—
Eurostat

Sin embargo, en algunos contextos, la llegada masiva de personas también puede tener impactos negativos, sobrecargando los servicios públicos, el mercado laboral o el de la vivienda, y poniendo a prueba los sistemas de acogida de los países. En algunos casos, también se producen tensiones entre los recién llegados y los residentes locales debido a las diferencias culturales. Para abordar estos desafíos, las ciudades más sensibles implementan políticas y programas de educación, capacitación, orientación o asistencia destinados a integrar a los recién llegados a la comunidad, con el objetivo último de maximizar los beneficios para todas las partes implicadas en este fenómeno global.



Chinatown (Sydney, Australia)

Manifestación por el derecho de acogida en Barcelona (El Periódico)

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