
El sol se hunde lentamente en el horizonte de Estambul teñiendo el cielo de tonos rojos intensos. Es una escena de contrastes, donde la belleza natural de la luz lucha por sobrevivir a través de una nube gris de contaminación que la ahoga. El olor a humo y productos químicos domina el ambiente, y las siluetas de los edificios adquieren una apariencia melancólica y fantasmal. En las calles, la vida cotidiana sigue su curso, como si no ocurriera nada. Las personas caminan apresuradas entre el ruido de los motores y de las bocinas de los vehículos atrapados en el tráfico. A medida que el sol se esconde, la ciudad se sumerge en la penumbra, ajena a los desafíos cotidianos que enfrentan sus habitantes.
que no cumple las normas de seguridad establecidas

Barrio industrial en Járkov (Ucrania)
La calidad del aire en las ciudades es un tema de creciente preocupación debido a su impacto directo en la salud pública y el medio ambiente. Partículas finas y gases como el dióxido de nitrógeno o el ozono troposférico son algunos de los contaminantes más comunes que afectan a la calidad del aire y que hacen irrespirable muchas atmósferas urbanas. Según los datos, más de la mitad de la población urbana mundial está expuesta a niveles de contaminación del aire al menos 2,5 veces más altos que el estándar de seguridad. La exposición prolongada a niveles elevados de contaminación puede causar enfermedades respiratorias, cardiovasculares e incluso cáncer. Según la Organización Mundial de la Salud, la contaminación del aire es responsable de unos 7 millones de muertes prematuras cada año. Los costes asociados a la atención médica y la pérdida de productividad a causa de enfermedades relacionadas con la contaminación del aire se calculan en miles de millones de euros.
de más de 400.000 muertes prematuras cada año


