
El sol se desploma lentamente detrás de las montañas, pero en la periferia la actividad no se detiene: en un descampado, entre las chabolas, un grupo de vecinos quema un montón de desechos. El humo se eleva en espirales hacia el cielo, impregnando el aire con un olor que se mezcla con el resto de olores de las cocinas abiertas y de la polución, creando una de las señas de identidad características del barrio. Tiempo atrás, este suburbio era el vertedero de la ciudad y solía atraer chatarreros y vagabundos que buscaban materiales reciclables entre los residuos. Estos "buscadores de desperdicios" instalaban los campamentos en las laderas cercanas y, poco a poco, se fue estableciendo una comunidad informal. Las condiciones de vida son precarias, con viviendas improvisadas y un acceso casi inexistente a los servicios básicos. En ausencia de un sistema de recogida eficaz, quemar los desechos es la mejor forma de deshacerse de ellos.
donde proliferan barrios marginales junto a barrios acomodados

Al contrario que el crecimiento sostenido de las ciudades modernas, el crecimiento urbano en los países en desarrollo es exponencial, como resultado de la alta natalidad en áreas urbanas y de la llegada constante de inmigrantes que abandonan su ambiente rural. En las ciudades, la población accede a trabajos mejor remunerados, a una educación de mayor calidad, a mejores servicios básicos o a más oportunidades de negocio. En muchas ciudades emergentes este rápido crecimiento ha provocado una edificación sin control.
supera el millón de personas semanalmente
Actualmente, casi 1.000 millones de personas en el mundo viven en barrios marginales, en asentamientos informales, hacinados y en malas condiciones. En estos barrios, las infraestructuras y servicios básicos como la recogida de residuos, los sistemas de agua y saneamiento, los accesos o los medios de transporte son inadecuados o incluso inexistentes. En los asentamientos informales se originan problemas relacionados con la salud, la malnutrición, la mortalidad infantil o la escolaridad, creando enormes desigualdades en el interior de las mismas ciudades. En algunos suburbios, la esperanza de vida es diez años inferior que la de los habitantes que viven en barrios acomodados de la misma ciudad. La Organización de las Naciones Unidas ha advertido que, en los años venideros, sin un desarrollo urbano inclusivo, las desigualdades podrían empujar a la pobreza extrema a 100 millones de residentes urbanos nuevos.


