
El sol ya despunta. Un contable de ojos tristes sale de la ducha y con la palma de la mano abre un agujero en el vaho del espejo; la superficie justa para afeitarse en condiciones. Los espejos no saben mentir, pero el suyo hace tiempo que no es capaz de decirle quién es. Está tentado de ir a trabajar con bermudas, pero se acaba poniendo americana y corbata. Como siempre. Todos los días son iguales. Igual de grises, igual de aburridos... Y mientras, los semáforos de la gran ciudad devoran el tiempo sin dejar rastros. Aunque transcurran lentas las horas, se hacen exageradamente cortas cuando piensa que nunca más volverán a pasar...
El transporte en vehículo privado es una parte integral de la vida urbana. En muchas ciudades, los automóviles siguen siendo el medio de transporte preferido debido a la comodidad y percepción de seguridad. En Estados Unidos, por ejemplo, el 85% de los trabajadores se desplazan en automóvil como conductores o pasajeros. En Europa, aunque el uso del transporte público es más común, el automóvil sigue siendo el medio de transporte dominante: según Eurostat, alrededor del 75% de todos los desplazamientos se realizan en coche.
superando los 1.400 millones de unidades en el 2020

La congestión es uno de los efectos más visibles del uso intensivo de vehículos privados. En las ciudades congestionadas, los conductores pierden hasta 125 horas al año en el tráfico, más allá del tiempo de viaje habitual en condiciones normales. Esto no sólo supone una pérdida de tiempo, sino también una pérdida económica de miles de millones de euros cada año debido a la disminución de la productividad y del aumento de los costes operativos. Por otro lado, el transporte consume aproximadamente el 25% de la energía mundial, y los vehículos privados representan una fracción significativa de este consumo. Además, el consumo de combustibles fósiles plantea desafíos en términos de seguridad energética, y supone un incremento de las emisiones de dióxido de carbono y otros contaminantes que agravan el cambio climático y hacen irrespirables muchas atmósferas urbanas.
los vehículos privados representan en torno al 60% de estas emisiones
Los expertos están de acuerdo en que el coche, tal y como lo hemos entendido hasta ahora, asfixia los centros urbanos y expande las ciudades de una manera insostenible. Algunas ciudades ya han empezado a adoptar medidas para minimizar su uso, dificultando el aparcamiento, limitando la velocidad, implementando peajes, promoviendo el uso compartido de vehículos o restringiendo la circulación. Las ciudades que invierten en sistemas de metro y autobuses eficientes y de alta capacidad, han logrado reducir sensiblemente la congestión y la contaminación.
La transición a vehículos eléctricos es otra medida que contribuye sensiblemente a la reducción de las emisiones. El número global de vehículos eléctricos superó los 10 millones en el 2020, y se espera que la cifra siga creciendo a medida que mejoren las políticas de incentivos y la infraestructura de carga. Las inversiones en carriles para bicicletas, en zonas peatonales y otras infraestructuras para la movilidad sostenible, también son medidas que garantizan buenos resultados.

