El poder de las ciudades globales

Rascacielos (Nueva York, EE.UU.)

La noche se despliega sobre la gran ciudad como un caleidoscopio de luces brillantes entre los rascacielos iluminados, que elevan majestuosamente sus perfiles hacia el cielo. En el siglo XIX, Nueva York se convirtió en un importante centro comercial e industrial, atrayendo a inmigrantes de todo el planeta. Hoy es la ciudad más poblada de Estados Unidos y un importante centro de negocios a nivel mundial. La ciudad acoge a las dos bolsas más grandes del mundo, la Bolsa de Nueva York y el NASDAQ, y muchas de las instituciones financieras, industrias, empresas o medios de comunicación más influyentes. La ciudad es también sede de muchas empresas emergentes y tecnológicas en crecimiento. Su papel como centro de negocios ha contribuido a su consolidación como una de las ciudades con mayor poder económico e influencia cultural del mundo.

 El 50% del PIB mundial se genera
en las 100 ciudades más grandes del mundo
Banco Mundial

Oficinas (Nueva York, EEUU)

Aunque existen ciudades poderosas en términos históricos y religiosos, el poder de una ciudad es fundamentalmente político y económico. En la antigüedad, Atenas, Roma o Estambul gobernaron vastos imperios. En la Europa medieval, ciudades como Florencia o Venecia tuvieron una influencia muy importante en las regiones circundantes. Actualmente, en ciudades como Beijing, Nueva York, Washington DC, Londres, Tokio, París, Hong Kong, Singapur o Dubai se alojan muchas de las grandes empresas multinacionales, instituciones, lobbies, mercados y organizaciones internacionales, y se toman decisiones políticas, económicas, culturales o financieras que tienen consecuencias para todo el mundo. Se las llama ciudades globales, y probablemente no haya mejor forma de definirlas. 

 El 75% de las mayores empresas del mundo
tienen su sede en una ciudad global
— Banco Mundial

En las ciudades globales, más del 80% de su población es de origen extranjero o tiene antecedentes étnicos y culturales diversos, lo que contribuye a su dinamismo y creatividad. A pesar de ser centros de prosperidad y desarrollo, estos grandes monstruos urbanos también experimentan dificultades. El alto coste de vida supone un obstáculo para los colectivos de bajos ingresos y muchos de sus ciudadanos sufren desigualdades económicas y exclusión social. Ambientalmente, la expansión de estos gigantes provoca la pérdida de espacios agrícolas y naturales, incrementa el consumo de recursos y de energía, y contribuye a la emisión de gases de efecto invernadero y otros gases contaminantes que empeoran la calidad de vida de sus residentes.


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